domingo, enero 27

¿Recuerdas?

Pupilas llenas de espanto, mis lágrimas caen.
Un leve, pero constante temblor se apodera de mí, se oye una carcajada brutal.
Noto que no hay nadie más que yo capaz de reír en nuestra habitación.
Cierro los ojos, escucho a mi cuerpo.
Los restos de exaltación se sienten, el frío sudor cae por mi mejilla.
Estoy calmada, calmada... me repito en un susurro que suena demasiado fuerte.
Un dolor cruza mi frente, choqué con el espejo.
Un pequeño corte deja salir algunas gotas de sangre.
Se mezclan con el resto, a cualquier espectador le parecerían iguales.
Tu sangre color fuego, tibia, llena de pasión.
La mía brillante, fría, color muerte.
Observando mi reflejo, creo por un instante ver mi semblante tranquilo... alegre podría decirse.
Como cuando nos conocimos. ¿Recuerdas?
Tu cuerpo helado yace en la cama que un día fue nuestra.
Tiernamente te cubro con la sábana, ahora color carmín.
Buenas noches, amor. Y amanece.
La luz del sol entra por los ventanales, produciendo un centelleo en mi mano.
Oh, aún no guardé el cuchillo.
Sabe dulce tu sangre. Ahora se mezcla con la mía,  mi lengua no cesa de sangrar.
Estoy vacía, anestesiada, ausente.
¿Cómo se sentira? Ya sabes, la muerte.
Esa pregunta, un eco en mi mente que me impulsa al borde del ventanal.
El fresco aire matinal roza mi piel.
Como volar, quizás. Y doy un paso hacia el vacío.